Generación tras generación la Escuela Libre de Derecho se ha dado a la tarea de formar abogadas y abogados preparados para los retos que se presentan en la vida profesional. Sin embargo, para nosotras la Libre ha sido mucho más que un lugar de instrucción técnica o de formación académica; en nuestro caso ha sido también un gran formador de la vida diaria, de la vida personal.
Durante estos cuatro años hemos aprendido que para tener éxito en la vida son imprescindibles la dedicación, la pasión y la disciplina que inviertas en realizar tus sueños, y que para ser una buena abogada hay que llevarlos a cabo no sólo durante tu etapa de estudiante sino a lo largo de toda la vida profesional. El paso por la Libre te enseña a no tener miedo a cumplir las metas que te propongas, ni a fallar en el camino; a entender que los errores también llevan consigo aprendizajes necesarios para el crecimiento personal y profesional.
Igualmente, la Libre nos ha enseñado la trascendencia del papel que juega el Derecho en la sociedad y el compromiso de quienes lo ejercemos de luchar contra las injusticias que la aquejan. Por eso y más, somos alumnas de la Libre y muy orgullosas representantes de su comunidad estudiantil.