La Escuela Libre de Derecho me enseñó, además de Derecho, disciplina. En parte, fue gracias a la reputación de la ELD que me aceptaron en la Universidad de Columbia para hacer una maestría en Derecho.

La escuela me dio también la posibilidad de convivir con estudiantes que se convertirían, al paso de los años, en destacados abogados. De la generación 94 – 99 egresaron: una comisionada de COFECE, una constituyente de la Constitución de la CDMX, una integrante del Grupo de Trabajo de las Naciones Unidas sobre la discriminación de las mujeres y las niñas, un juez de lo civil y dos notarios, legisladores, así como abogados corporativos, litigantes, y mediadores, todos por igual comprometidos, independientemente del lugar donde radiquen o practiquen su profesión, con la práctica jurídica, el país y con la ELD que les dio una educación. 

En estas aulas, tuve también la oportunidad de aprender de profesores cuyos encargos en el ámbito político y jurídico iban más allá de nuestras instalaciones: funcionarios públicos, ministros de la Suprema Corte de Justicia y jueces de distintas instancias, todos fueron mis maestros.

Y por eso me enorgullezco de que todos, seamos la gran comunidad de egresados de la ELD, porque nos une la disciplina, el orden, el estudio y el temor a las épocas de lluvias. Nos une también la confianza en que el derecho es la piedra angular de una sociedad justa y de un Estado de Derecho eficiente.

En la vida profesional he tenido la suerte de reencontrarme con colegas egresados, tanto como compañeros o como contrarios. Y siempre es un gusto identificarnos como egresados de la misma escuela, como compañeros de los mismos sufrimientos y satisfacciones; así como compartir el reto personal y profesional que el ser egresado de la ELD representa.

Tuve la oportunidad de regresar a la ELD como profesora adjunta de la materia de Introducción al Derecho durante 10 años (2007 – 2017) y desde entonces, he continuado mi carrera como docente en el Instituto Tecnológico Autónomo de México.

Hoy, 30 años después de haber ingresado, el Rector Emilio González de Castilla y la Licenciada Catalina Quintanilla me han pedido encargarme del Comité (unimembre) de Alumnos Egresados. Me siento orgullosa y feliz de tomar este encargo, de buscar a esos compañeros, de todas las generaciones, que se han dispersado por las distintas áreas de práctica y lugares, para retomar comunicación y seguir creciendo, para mantener viva la tradición y la mística que hacen que esta institución sea un sinónimo de rigor académico, de disciplina profesional y de compromiso con México.

Agradezco, pues, enormemente este encargo y me comprometo a mantener el contacto que se ha establecido con los egresados de nuestra Escuela. En estas épocas de divisiones, el país nos necesita unidos; necesita hombres y mujeres cuyos conocimientos y valores estén por encima de la individualidad y los intereses de algunos. Nuestros valores, nuestras bases, deben ser más fuertes y poderosos que aquello que nos separa.